05 February 2006

Un genio a subasta Un particular decide vender 12 cuadros de Munch ante la indignación de los noruegos, que lo consideran una gloria nacional.





AUTORRETRATO. Munch regresa a primera plana de la actualidad.





El símbolo de la pintura contemporánea en Noruega, el expresionista Edvard Munch (1863-1944) vuelve a la carga. Si hace un año y medio recobró la fama por el robo a plena luz del día de su cuadro más famoso, 'El grito', ahora regresa a primera plana de la actualidad por la herencia de una rica familia noruega que adquirió en 1938 más de una veintena de lienzos del pintor al régimen nazi.

Los Olsen son muy conocidos en el país nórdico por su larga relación con la industria naval. Pero los beneficios del mar no impiden que desde hace lustros estén enfadados por culpa de Munch. El reparto entre dos hermanos de una importante colección del pintor, que incluye una de las versiones de 'El grito', hoy en paradero desconocido, ha desatado odios y egos por la súbita decisión del hermano pequeño de subastar su lote en la casa Sotheby's de Londres el 7 y 8 de febrero. Una decisión mal vista por la opinión pública noruega, que considera el legado de Munch como parte de su gloria nacional.

Fue el padre de los hermanos enfrentados, el empresario y filántropo Thomas Olsen, quien alentado por su amigo Munch decidió repatriar en 1938 parte de las 82 obras del artista que el régimen nazi expolió de varios museos alemanes. En esos años Hitler llegó a confiscar 16.000 cuadros de centenares de pintores, algunos de los cuales, entre ellos Munch, fueron considerados por el 'Tercer Reich' como «artistas degenerados», es decir, «de moral baja y estilo pernicioso».

La amistad entre Thomas y Munch era tan sólida que cuando los alemanes invadieron Noruega en abril de 1940, el mecenas salvó las obras del pasto de las llamas al esconderlas en una granja de la familia a las afueras de Oslo, poniendo en riesgo su vida.

Tras esta romántica historia, Thomas se acabaría convirtiendo en un héroe nacional y Munch, aún en vida, en una figura mucho más popular. Pero 66 años más tarde, el pequeño Fred ha decidido poner fin a esta relación. Llamado por el dinero, aunque él asegura que es por su propia seguridad, ha decido subastar 12 obras del pintor que le correspondían por herencia, a pesar de las críticas de su hermano Petter y de la prensa noruega.

Vil metal

Sin embargo, los 12,5 millones de euros que podría sacar Fred de la subasta, aunque algunos expertos estiman que los réditos se acercarían a los 30 millones, parecen tener más peso que los sentimientos. Las controversias por las obras de los Olsen comenzaron hace tres años, cuando el director del Centro del Holocausto en Oslo, Odd Björn Fure, instó a la familia a devolver toda la muestra con el argumento de que era «poco ético comprar arte barato confiscado por la fuerza».

Tanto Fred como Petter, ya enfrentados entonces, respondieron que esta compra había permitido recuperar a Noruega las obras de Munch, al tiempo que algunos expertos de arte señalaron que sólo cabía una reclamación cuando los antiguos dueños fueran personas físicas.

Ahora, la historia ha dado un giro radical con la decisión de Fred, lo que ha tensado más las relaciones familiares. La puja data de 1983, cuando heredaron 28 óleos y otras seis pinturas de Munch. En 2002, Petter se quedó con 16 de ellas y Fred con el resto. Cuatro años más tarde Noruega se queda sin parte de la colección.