10 February 2006

25 AÑOS DE ARCO Arco celebra el fin de una etapa en plena euforia del mercado del arte



Los precios y las ventas han aumentado en los últimos años, por lo que se habla de 'boom'.
La Feria Internacional de Arte Contemporáneo (Arco) arrancó ayer en los pabellones 7 y 9 del recinto ferial de Ifema en Madrid con fiebre compradora por parte de coleccionistas públicos y privados en un contexto de euforia del mercado del arte. La feria, que inauguran hoy los Reyes a mediodía, celebra hasta el lunes su 25ª edición con la participación de 278 galerías de 35 países (Austria, como invitado). Es una edición de fin de etapa, ya que es la última que dirige Rosina Gómez-Baeza, que será sustituida por Lourdes Fernández. Se avecinan cambios en el horizonte para poder competir con otras ferias como Art Basel Miami, que acapara el mercado latinoamericano, y Frieze, en Londres, que opta por el arte emergente.


"El mundo del arte ha cambiado y el mercado es más internacional", dice Samuel KellerLa euforia que vive el mercado del arte contemporáneo, con récords históricos en subastas y una creciente demanda en ferias y galerías, se nota en los pasillos de Arco. Hay alegría y algunas galerías, como Helga de Alvear, aseguran que ya han vendido prácticamente todo su stand. Las ventas empezaron el martes por la tarde, durante el montaje, aunque, que se sepa, no se ha llegado a los extremos de Art Basel en donde, afirma la experta Lola Garrido, hay coleccionistas que emplean todo tipo de tretas para poder entrar durante el montaje y así ver y comprar las mejores piezas antes de que la feria abra las puertas a sus colegas competidores.

"La euforia actual no es fruto de una burbuja especulativa como en los ochenta", afirma Garrido, que dirige la revista Coleccionart, una excelente publicación dedicada al coleccionismo internacional con exhaustiva información sobre el mercado que edita la Fundación Foto Colectania (www.colectania.es), de la que es directora artística y que ayer noche recibió el premio Arco al coleccionismo nacional. "En primer lugar, el mercado es cada vez más amplio y global", añade. "Por ejemplo, en China cada vez hay más gente adinerada y en los próximos 10 años está previsto abrir allí 150 nuevos museos y 15.000 en el futuro. Estos centros tendrán que centrarse en el arte contemporáneo, que es occidental, por lo que habrá nueva demanda de muchos artistas, lo que puede ser uno de los factores de este crecimiento. Además, los grandes coleccionistas estadounidenses que vienen del sector inmobiliario también compran mucho y eso se nota en las subastas, que estoy segura de que en las sesiones del mes de abril van a batir de nuevo todos los récords".

De momento, indica, algunos artistas han aumentado en los últimos dos años su cotización en más de un 300%, como es el caso de Diane Arbus o de Roy Lichtenstein. El pasado noviembre, por ejemplo, se batió el récord de subasta para una obra de arte contemporáneo. Fue para la escultura Cubi XXVIII, de David Smith. que fue vendida en Sotheby's de Nueva York por 23.816.000 dólares (unos 20 millones de euros).

En las ferias también se nota esta euforia, algo que conoce muy bien Samuel Keller, director de Art Basel tanto en la ciudad suiza de Basilea como en la estadounidense de Miami. Las suyas son las ferias más poderosas y prestigiosas del mundo, aunque Keller se paseaba ayer por Arco saludando aquí y allá con un aspecto tan modesto que nadie diría que es uno de los hombres más poderosos del sector. "Es verdad que hay un boom del mercado, pero está justificado. El mundo del arte ha cambiado y cada vez hay más que gente interesada, por lo que han surgido nuevos coleccionistas", explica Keller. "Es gente más joven, que está ganando dinero y ya no espera, como antes, a tener seguridad y los hijos mayores para dedicarse al coleccionismo. Simplemente prefiere comprar arte en lugar de casas y barcos. Además, el mercado es cada vez más internacional y, de hecho, hoy en día la mayoría de las galerías hacen al menos la mitad de sus ingresos en el extranjero, no en sus mercados locales".

Para Keller, en este contexto es normal que pueda haber también especuladores que entran en el mercado sólo por los beneficios inmediatos, "pero la mayoría de los compradores no son inversores sino gente que tiene pasión por el arte y conoce muy bien lo que compra". Es un proceso que, indica, se inició hace unos años y no piensa que vaya a acabarse, "aunque puede darse el caso de ciertos artistas que tal vez estén sobrevalorados, pero no es una situación general. El mercado tiene ciclos, es verdad, pero ahora no creo que haya ninguna razón para que no siga esta bonanza porque ha entrado gente nueva que compra por placer, y, naturalmente, para estos coleccionistas que las obras suban de valor es una confirmación de sus gustos que les halaga".

En España, tal vez porque la especulación en los años ochenta se pagó muy cara, los galeristas están más escarmentados. "Es un momento peligroso", comenta Helga de Alvear. "Creo que hay una burbuja que podría explotar en cualquier momento en función de los acontecimientos políticos o económicos. Queramos o no, el nuestro es un mercado de lujo".

La misma opinión mantiene el galerista francés Yvon Lambert, que vuelve a la feria tras casi una década de ausencia. "Desde hace unos tres años, el mercado ha crecido mucho, y ha entrado la especulación en algunos puntos. Pero es verdad que nunca como ahora había habido un interés tan grande por el arte contemporáneo en general, aunque es peligroso para algunos artistas que si reciben demasiada presión pueden desperdiciar su talento".

Más optimista es el galerista Pepe Cobo, que no ve relación con los ochenta. "El hecho objetivo es que la economía mundial ha crecido. Hay mucho dinero en el mundo y por tanto hay más gente que quiere comprar arte".