09 February 2006
ART LOST REGISTER (DE LA QUE NARVIK CONCEPTS ES MIEMBRO) se dedica a rastrear obras de arte robadas
Desde obras de Picasso, Rembrandt, Caravaggio o Renoir hasta valiosas piezas de arqueología desaparecen continuamente de museos y colecciones privadas y se utilizan a veces como garantía de pago en operaciones delictivas como el narcotráfico.
Una empresa se dedica a rastrear obras de arte
A rastrear esos objetos, operación que en algunos casos puede durar años, se dedica el llamado Registro de Pérdidas Artísticas, en inglés Art Loss Register (ALR), con sede en la capital británica, cuyos responsables aseguran disponer del mayor archivo electrónico internacional de obras desaparecidas y tratan de impedir su comercio ilegal.
Los robos parecen a veces inverosímiles por la osadía de los ladrones, como lo atestigua la reciente desaparición, el pasado diciembre, de una escultura monumental del famoso artista británico Henry Moore de la fundación que lleva su nombre.
Se cree que los ladrones tardaron sólo diez minutos en cargar con una grúa en un camión la obra, por cuya recuperación se ha ofrecido una recompensa de casi 150.000 euros.
Esa es sólo una de las 170.000 piezas registradas en el archivo electrónico de ARL, incluidas las recuperadas.
Archivo que no deja de crecer, explicó a EFE la experta Antonia Kimpbell, según la cual se ha decidido no publicar esa base de datos en Internet para evitar su utilización por los delincuentes.
En el archivo, que permite buscar las obras por el año de desaparición, categorías y palabras clave, figuran nada menos que 633 obras de Pablo Picasso, entre ellas un retrato de Dora Maar desaparecido de un barco en Antibes (sur de Francia) en 1999, y el titulado 'Homme á la casquette' (1969), robado en Estados Unidos en 1975.
De otro famoso artista español, Joan Miró, aparecen registradas 373 piezas, entre otras el cuadro titulado 'Mujer y perro delante de la luna', robado de Grecia en 1994, y una importante serie de aguafuertes que desapareció en 1980 de una galería parisina.
ARL heredó la base de datos de la Fundación Internacional para las Investigaciones sobre Arte, dedicada a autentificar obras de arte de distinta procedencia.
William Webber, responsable de la recuperación de piezas arqueológicas, señaló que los más importantes museos de Estados Unidos siguen comprando antigüedades y recurren con frecuencia a sus servicios para determinar la procedencia de las piezas que continuamente les ofrecen.
'Hemos trabajado mucho en Kabul y Bagdad, así como con los museos provinciales iraquíes', señala Webber, según el cual sólo en Bagdad se robaron treinta objetos de enorme importancia artística, así como otras 3.000 de menor relieve.
En Irak, ARL logró recuperar un relieve asirio hallado en unas excavaciones en Nimrud en los años setenta, que desapareció en 1991 para reaparecer años más tarde en el mercado de antigüedades londinense.
También se han incorporado al registro piezas precolombinas o del período colonial robadas de museos o colecciones privadas de varios países latinoamericanos, entre ellos Bolivia y Perú.
La Fundación Folch, de Barcelona (España), que alberga una colección de unas 4.000 piezas y de las que desaparecieron el pasado septiembre varias esculturas africanas de gran valor, ha recurrido también a sus servicios para intentar recuperarlas.
Una de las intervenciones de las que más satisfecho está el director de ARL, Julian Radcliffe, es la reciente recuperación de un Renoir, un Cézanne y un Gauguin, parte de un conjunto de veintitrés cuadros valorado en unos veinticinco millones de dólares que desapareció del Museo de Bellas Artes de Argentina la Navidad de 1980.
Los tres cuadros fueron descubiertos en una galería parisina en 2002 y procedían de un taiwanés que decía representar a un inversor chino, quien a su vez afirmaba haberlas comprado a un brasileño que las había heredado.
ARL, que trabaja con Interpol y las compañías de seguros, ha logrado también resolver el misterio del robo, hace casi treinta años en Estados Unidos, de siete pinturas de Cézanne, Soutine, Vlaminck y Utrillo, propiedad de un coleccionista estadounidense llamado Michael Bakwin.