Berlín lucha por convertirse en la capital del arte contemporáneo
La IV Bienal de Berlín abrió hoy sus puertas hasta el 28 de mayo, con una gran afluencia de público a pesar de la lluvia, en una ciudad que pugna con Nueva York y Londres por convertirse en la capital mundial del arte contemporáneo.
La Bienal de Berlín, cuya primera edición tuvo lugar en 1998 y que se celebra cada dos años, se ha convertido en un escaparate de una ciudad en la que hay unas 400 galerías privadas de arte y 170 museos, y en la que viven más de 5.000 artistas.
El diario 'Berliner Zeitung' asegura que la capital alemana es actualmente 'la ciudad del arte más vital del mundo', aunque en ciudades como Nueva York y Londres haya un mayor número de coleccionistas y las galerías de arte ganen millones de euros con las obras que venden.
Los precios bajos de los alquileres, las ayudas que reciben los artistas, la gran oferta de lugares en los que exponer y la magia de una ciudad inacabada como Berlín, han convertido a la capital alemana en un taller de arte contemporáneo donde conviven, trabajan y buscan fortuna artistas de todo el mundo.
'Kunst ist Pop' (El arte es pop) titula su último número la revista 'Zitty', la guía de ocio de Berlín, en la que se asegura que 'cada tarde en algún sitio (de la ciudad) hay una fiesta de inauguración' de una exposición.
El título de la IV Bienal de Berlín de Arte Contemporáneo 'Von Maeusen und Menschen' (De ratones y hombres) está prestado de la novela homónima de 1937 de John Steinbeck sobre la gran depresión.
El premio Nobel de Literatura en 1962 y autor de 'Las uvas de la ira' tomó a su vez el título de un poema de Robert Burns, poeta escocés del siglo XVIII.
Los comisarios de la IV Bienal de Berlín son el artista italiano Maurizio Cattelan - quien en 2004 provocó una gran polémica en la Bienal Internacional de Arte Contemporáneo de Sevilla (BIACS) con la escultura de un niño ahorcado -, el comisario y crítico de arte Massimiliano Gioni - co-comisario ese mismo año de la Bienal de Arte contemporáneo 'Manifesta' de San Sebastián - y la autora Ali Subotnick.
La IV Bienal de Berlín no es, según sus comisarios, 'ni una exposición temática ni una exposición con tesis, sino una muestra que plantea preguntas sobre el nacimiento y la pérdida, la muerte y el abandono, la tristeza y la nostalgia'. En ella se pueden ver las obras de 70 artistas contemporáneos de cuatro generaciones.
A diferencia de otras ediciones, la IV Bienal de Berlín no se limita a exponer las obras de arte en el espacio limitado por las paredes de un museo sino que se traslada a la calle Auguststrasse en el céntrico barrio de Mitte, cerca de la famosa Isla de los Museos.
Tras la reunificación alemana, la Auguststrasse (situada antes de la caída del Muro en el Berlín comunista) se ha convertido en 'la calle del arte contemporáneo' en Berlín, pues en ella tienen su sede muchas galerías importantes y el Instituto de Arte Contemporáneo KW.
El visitante de la IV Bienal de Berlín debe recorrer toda la calle y visitar los doce espacios en los que se muestran las obras, que van desde salas de exposiciones convencionales como la de KW (donde destaca la video-instalación de Bruce Nauman), a sitios poco habituales como la iglesia neorománica evangelista de St Johannes, pasando por un antiguo cementerio o los establos de la antigua Oficina de Correos.
Los pisos de algunos de los artistas que viven en la Auguststrasse, como el mexicano Damián Ortega, también abren sus puertas para la Bienal. Para poder ver las obras expuestas en estas casas hay que hacer cola en la calle y llamar al telefonillo para que abran la puerta.
También se pueden ver algunas obras en la Antigua Escuela Judía de Chicas de la calle Auguststrasse.
Allí se pueden ver videoinstalaciones como las del ruso Viktor Alimpiev, instalaciones como la 'Dirty Room' (tres habitaciones llenas de tierra) del estadounidense Bouchet y 'Big Bang Room' de su compatriota Paul McCarthy, y las esculturas de Paloma Varga Weisz.