En la antigüedad las piezas artísticas eran sustraídas de los templos y
palacios para exhibirlas como trofeos de guerra. El hurto de bienes
culturales existe desde el establecimiento de las primeras civilizaciones,
pero sólo en el siglo pasado comenzó una seria reflexión sobre el delito que
mantiene en alerta a los agentes policiales.
Las estadísticas de Interpol destacan que en el año 2003 se registraron
16.864 obras robadas y los países más afectados son Alemania, Francia,
Italia, Rusia y Polonia. La base de datos que maneja la organización posee
un registro de 22 mil obras robadas.
María del Mar Seijo, encargada en Interpol de recibir todos los casos de
tráfico ilícito, robo y hurto de bienes culturales y representante de
Interpol ante el Comité Venezolano contra el Tráfico Ilícito de Bienes
Culturales, destaca que se trata de bandas organizadas compuestas por
"delincuentes especializados en arte".
Existe un mercado negro de arte en todo el mundo, pero Seijo afirma que los
principales compradores se encuentran en Estados Unidos, Europa y Asia. "En
el mundo del arte hay toda una red de información a través de la cual se
conoce dónde están las obras y cuáles son los pintores más cotizados. Así
como existe el comprador profesional que es ético y desea tener su
certificado de procedencia, hay otros de muy pocos escrúpulos que buscan
legitimizar capitales".
En declaraciones al diario español La Razón, Luis Repetto Malagá, presidente
de ICOM-LAC (Organización Regional del ICOM para América Latina y el
Caribe), alertó que "en un contexto globalizado, el renovado control de los
flujos de dinero entre países, así como el control del narcotráfico, ha
permitido que las mafias vuelvan la vista a un nuevo rumbo para el lavado de
dinero: las obras de arte".
Además, "hay gente que paga para conseguir determinadas obras sólo por el
placer de tenerlas", destaca Seijo. Stéphane Breitweizer perpetró entre 1995
y el año 2001, 174 robos de obras de arte, las cuales sustrajo por su
"pasión devoradora por el arte".
Los beneficios económicos de la venta ilícita de obras son mayores, destaca
Seijo. "En el comercio legal hay que cancelar una serie de aranceles que se
obvian en el mercado negro". A ello se agrega la revalorización de las obras
de arte, la cual se estima entre 10 y 15% cada año.
La delincuencia organizada internacional utiliza los medios tecnológicos
para la oferta y la demanda, "Internet es el medio por excelencia".
Fronteras vulnerables
Para la especialista, la salida de las piezas de un país se puede realizar
por vía terrestre, marítima y aérea. En Europa las obras pueden viajar
"dentro de un carro, en un doble panel en un tren o en los dobles fondo de
una maleta", incluso muchas obras pasan como equipaje en los aeropuertos sin
que las autoridades soliciten sus documentos de procedencia.
"Hay mucho control internacional en cuanto al narcotráfico y el terrorismo,
pero no existe control sobre obras de arte porque el personal de seguridad
no está entrenado para ello", dice Seijo. Ante el incremento de obras
robadas Interpol está haciendo esfuerzos para capacitar a los funcionarios
policiales en el mundo.
"El control de tráfico ilícito de bienes culturales es algo reciente, por
eso en este momento estamos tratando de darle cursos a los funcionarios para
que tengan ojo crítico".
Las obras de arte son sustraídas de residencias, iglesias, yacimientos
arqueológicos y museos. En el caso de las instituciones museísticas algunos
investigadores destacan que estos hechos se ejecutan gracias a complicidad
interna.
Seijo señala que actualmente hay un marcado interés por el arte sacro y las
piezas arqueológicas y, los traficantes tienen el ojo puesto en Rusia,
Africa y América Latina. "Unos de los elementos más expoliados son los
íconos rusos de las iglesias cristianas ortodoxas".
Aunque América Latina apenas comienza a capacitar a su personal en el
tráfico ilícito de bienes culturales, Seijo afirma que se están dando pasos
importantes en este sentido y "nuestra intención es llegar al ciudadado
común para que denuncie aquellos hechos irregulares como el saqueo de
yacimientos arqueológicos o de iglesias coloniales".
Aquellas piezas registradas por Interpol y buscadas internacionalmente
permanecen ocultas en las bóvedas o mansiones de sus compradores. "Resulta
difícil encontrarlas y a ello se agrega que sus nuevos propietarios no se
arriesgan a exhibirlas porque los delitos contra el patrimonio cultural no
prescriben".